El sector de las telecomunicaciones está embarcado en un viaje hacia las redes autónomas.
Aunque la mayoría de las empresas de telecomunicaciones (84 %) se sitúan actualmente en el nivel 1 o 2 de autonomía para sus redes globales, las aspiraciones de mayores niveles de automatización siguen siendo optimistas. Más del 60% de los operadores aspiran a alcanzar el nivel 3 de autonomía o superior para 2028. Sin embargo, el camino hacia la plena autonomía está plagado de retos, tanto tecnológicos como organizativos.
En este informe del Instituto de Investigación Capgemini, Redes con inteligencia: Why and how the telecom sector should accelerate its autonomous networks journeys, ofrecemos una visión completa de la importancia de las redes autónomas para las telecos y la mejor forma de implantarlas.
El informe concluye que algunos de los mayores obstáculos que dificultan el avance hacia la autonomía son la mentalidad de los empleados, los problemas de integración y las preocupaciones normativas en torno a la soberanía de los datos.
A pesar de estos y otros retos, es innegable que las redes autónomas ofrecen importantes ventajas a las empresas de telecomunicaciones. En los dos últimos años, los operadores ya han conseguido una mejora del 20 % en eficiencia operativa y una reducción del 18 % en gastos de explotación de la red (OpEx) gracias a las iniciativas de redes autónomas. Además, el 71% de los operadores han reducido el consumo de energía durante este periodo, mientras que esperan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30% en los próximos cinco años.
Redes con inteligencia: Why and how the telecom sector should accelerate its autonomous networks journeys también descubrió que las telecos prevén invertir una media de 87 millones de dólares en redes autónomas durante los próximos cinco años, con un ahorro OpEx estimado de entre 150 y 300 millones de dólares por organización durante este periodo. Además, el retorno de la inversión (ROI) de las iniciativas de redes autónomas oscila entre 1,7x y 3,4x, con un periodo de amortización de entre 2,9 y 1,5 años en escenarios conservadores y optimistas, respectivamente.